
AntenaMonstruo colosal,
imponente Dios perecedero de las alturas;
inmutable nos observas,
desde tu trono.
Yo,
insignificante punto en el vacío,
soy testigo,
de como entre tus fauces metálicas
devoras el tiempo y el espacio.
Ana Cecilia, gracias por llegar y poner de cabeza mi mundo. Por darme luz, paz y amor. Por hacerme perder la noción del tiempo entre tus ojos y la cordura entre tus labios.
Eres más de lo podia esperar.