Todo tiene tu rostro,
todo tiene tu nombre,
y yo
tratando de encontrarte dentro de mi,
pierdo la identidad.

A la mujer que pudo, pero no quiso ser.
Ana Cecilia, gracias por llegar y poner de cabeza mi mundo. Por darme luz, paz y amor. Por hacerme perder la noción del tiempo entre tus ojos y la cordura entre tus labios.

Eres más de lo podia esperar.